domingo, 6 de mayo de 2012

El Paradigma Perdido e Introducción al Pensamiento Complejo de Edgar Morín

Dr. Edgar Morín
“El Paradigma Perdido” e “Introducción al Pensamiento Complejo”
Edgar Morín, es uno de esos pocos pensadores que hacen de su vida el pensar y del pensamiento su vida, lo que hace que la vida se exprese en su pensamiento y su pensamiento sea una actividad vital, sea parte fundamental del vivir para vivir en plenitud. Por eso, en coherencia con su planteamiento del Pensamiento Complejo, en cada una de sus obras hace apuntes autobiográficos, que sirven como principio hermenéutico para interpretar su obra. Del caminar moriniano se desprende:
En El Paradigma Perdido, Ensayo de Bioantropología, escrito elaborado entre 1970 y 1972, afirma que este libro es un volver a un punto de partida que ya él había explorado en textos como “El hombre y la muerte”, escrito entre 1948 y 1950, así como en  "La vida del sujeto" de 1962, obra en la cual inicia un intento de antropocosmología, y exploración de la vida interior del sujeto humano con las clásicas preguntas ¿Qué somos? ¿Qué es el hombre en el mundo?” Obra que lo llevará, en esa oportunidad, a constatar las carencias que por entonces tenía para emprender y coronar satisfactoriamente la empresa.
En 1968 participa en el grupo de los diez, y allí percibe que la cibernética es una introducción a la complejidad, al año siguiente va al “Instituto Para Estudios Biológicos Salk”, en California, en donde toma contacto con los problemas ecológicos. Posteriormente, al volver a Francia, a través de François Jacob, uno de los precursores del estudio de la biología molecular, tiene la oportunidad de pensar la lógica del viviente y de conocer el principio revolucionario en el mundo de la física de “order fron noise”, de Heinz Von Foerster y así continúa en ese ejercicio en el cual, como dirían los maestros Zen, Morín vacía la taza constantemente para poder estar aprendiendo permanentemente.
El Paradigma Perdido, se puede considerar como una introducción al pensamiento complejo o también, como una introducción al método, es más, allí hace el anuncio de esa obra y anota un elemento muy importante para la posterior interpretación crítica de este texto y de su pensamiento, y es que este libro surge de un encuentro consagrado a la unidad del hombre realizado entre 1971 y 1972. 
Las ciencias para Edgar Morín
Inicia su andar revisando lo que aparentemente es una cuestión netamente epistemológica, que ocurre “ad intra” y “ad extra” de las y en las ciencias, lo que él denomina, la soldadura epistemología. Su análisis comienza con un exordio de Serge Moscovici, quien habla de la incitación a abandonar la visión de una naturaleza no humana y de un hombre no natural.
Es un hecho, que durante la segunda mitad del siglo XIX y la primera del siglo XX, en el pensamiento científico dominante, se manifiesta una oposición entre hombre y cultura; vida y naturaleza; física y química; que a su vez refleja la mentalidad de los tiempos que se vivían, en los cuales se hacía manifiesta la situación del hombre occidental de finales del siglo, ya que el hombre pensaba, contra natura, que de alguna manera, él mismo, no era parte del mundo animal.
A pesar de esto, algunos pensadores, como Marx, lograron entrever la alineación que se produce también en el campo del pensamiento, expresión de la alienación que se produce en mundo social y que es necesario superar haciendo que las ciencias naturales terminen englobando la ciencia del hombre y a su vez las ciencias del hombre engloben a las ciencias naturales, buscando con ello, como objetivo, la desalineación de la ciencia, ya que "no habrá más que una sola ciencia, la ciencia del hombre", según afirmación de Marx.
Gracias a ese tipo de enfoque se hace evidente, a finales del siglo XIX y durante el siglo XX, que cada hombre es una totalidad en la cual lo biológico, lo psicológico y lo social están integrados; pero gracias, de un lado, al biologismo, y de otro, al antropologismo, el mundo era pensado como una especie yuxtaposición de estratos en los que no había ninguna verdadera integración y articulación. De ahí que, fue necesario una verdadera revolución biológica que mostró la lógica de lo vivo, y evidenciara que no hay materia viva sino sistemas vivos, es decir, organizaciones particulares de la materia físico-química  de las cuales se puede predicar la vida.
Esta revolución biológica coadyuva a la revolución ecológica, la cual muestra, hace evidente que todo está interrelacionado, que para que emerja autonomía es necesario la dependencia y que en el caso del ser humano, como expresión de la mayor complejidad, se tiene un ser autónomo, libre pero a la vez, el ser  más dependiente y ligado a su medio de todo cuanto existe. Mediante esta revolución se hace posible concebir al hombre en su total autonomía y en su absoluta dependencia, como una entidad a la vez abierta y cerrada, una totalidad compleja, que posee, simultáneamente, en oposición, antagónicamente y complementariamente, una autonomía y a la vez una dependencia en el seno de un ecosistema dado.
También se produce una revolución etológica, que cambia la forma de ver el comportamiento animal, por parte de los especialistas, que hacen tránsito de la visión del animal que posee reacciones caóticas, a una visión que concibe el comportamiento animal con coherencia en sus reacciones, producto de una organización interna y que a su vez es organizador del medio.
Estas revoluciones en cadena, conducen a otra revolución, la revolución biosociológica, la cual hace evidente que muchas de las manifestaciones, que se pensaban eran privativas del hombre, tales como la comunicación, el símbolo, el rito no son exclusivas de éste, y que, por el contrario, ellas se encuentra incrustadas en la evolución de las especies animales y se originaran mucho tiempo antes de que evolucionara el hombre mismo.
Todas las revoluciones, anteriormente enunciadas, se convierten en verdaderas revelaciones, que llevan, a quien se interese por la condición humana, a mirar a nuestros hermanos inferiores, y allí observar la sociedad del mono, en donde se encuentran manifestaciones de lo que se identificó tradicionalmente como comportamientos específicamente humanos, tales como las tendencias a la territorialidad y a la organización, tanto vertical, como horizontal de la sociedad, así como un embrión de bioclases.
En la sociedad de los monos existe un ambisistema, el individuo y la sociedad se oponen pero a la vez son concurrentes, las dos manifestaciones de esos homínidos se parasitan, es decir, son complementarias y a su vez contradictorias, lo que lleva a una relación compleja entre especie, individuo y sociedad. Hay una relación compleja que lleva a los individuos a que se interrelacionen y así hagan posible su reproducción en el seno de la sociedad para la proliferación de la especie, estableciendo una relación triangular en la cual ninguno de los tres ángulos es un fin en sí mismo sino que a la vez todos son medio y fin de los otros, no existe pues una jerarquía clara entre los tres polos de la tríada.  
Los orígenes para Edgar Morín
En estas sociedades de primates, se produce el surgimiento de una protocultura, en donde se hace posible la enseñanza, la transmisión de conocimientos de una generación a otra y a la vez la posibilidad de innovar en prácticas como la caza. El mensaje que el chimpancé deja al estudioso, y en esto se es reiterativo debido a la importancia del  tema, es que muchas de las capacidades y de las facultades, que equivocadamente se pensaba eran meramente humanas, tienen su origen en nuestros hermanos inferiores.
En lo que denomina Morín la brecha en la soldadura, se evidencia la solidaridad que existe entre los seres vivos, entre la vida, entre los primates y el ser humano. Esto aleja la antropología, de un lado, del antiguo antropologismo que concebía al ser humano desligado del resto de la naturaleza y de la vida y de otra, del biologicismo, ya que no es posible reducir el hombre sólo al aspecto biológico, natural; los dos enfoques son deficientes, es necesario reconocer la unión en la separación y la separación en la unión, es decir, la complejidad del fenómeno humano.
En el análisis de la hominización es necesario empezar por conocer los vestigios del expulsado que sabe cazar, ya que allí, según hoy se puede evidenciar, se realiza el proceso de hominización, es decir, el proceso que lleva del no humano al humano. A través de estos vestigios se encuentra que el proceso que llega al hombre no es lineal, unidimensional, por el contrario este proceso ha sido multidimensional. Lo que quiere decir que en el proceso de humanización hay una confluencia, concurrencia, intersección de diversos factores entre los que se pueden identificar la naturaleza, la sociedad, la inteligencia, la técnica, el lenguaje y la cultura.
En el ser humano se ha producido una génesis compleja y multidimensional que es resultando de la convergencia de factores genéticos, ecológicos, cerebrales, sociales y culturales. Todos estos factores han concurrido y coadyuvado al proceso de hominización del ser humano.
En este proceso cumple una función fundamental la caza, al grado que se puede considerar a la caza  como “civilizadora". El cambio del bosque a las sabanas lleva al hombre a enfrentar nuevos desafíos debido a la necesidad de alimentarse, esto cambia muchos aspectos de su plurisistema. La caza afecta los distintos niveles del ser inhibiendo unos comportamientos y estimulando otros; en la caza se produce una dialéctica enriquecedora y humanizante producida por la interretrorrelación pie-mano-cerebro-herramienta.
Todos estos procesos van afectando y produciendo simultáneamente la sociogénesis. Los restos fósiles de los homínidos sirven para inquirir allí la génesis de la organización social, la cual manifiesta que a la vez debió ser “centralizada” y “descentralizada”, es decir, compleja, dialéctica. Ella permitió la dispersión y el reagrupamiento de los grupos humanos así como posibilitó la actividad social individual.  
Surgimiento de  la cultura según el Dr. Edgar Morín
Como consecuencia de este complejo proceso se coproduce la transformación de las diferencias biológicas en bioclases, cuando emerge una clase social dominante, circunstancia que se produce con los machos de la especie humana. Se tiene aquí el primer modelo de dominación de una clase sobre otra. Simultáneamente, con lo anterior, la biología, el equipo biológico de ese ser sufre cambios, el período biológico de la infancia y la adolescencia aumenta, la juvenilización de la especie emergente se convierte en una característica fundamental. De alguna manera, la juventud se apodera de la sociedad.
Este proceso de hominización lleva al hombre a dar el paso “de la ecología a la economía”, la cual implica una transformación que parte de las relaciones ecológicas y termina, culmina en las relaciones económicas, en donde, en un primer momento, se aprecian relaciones de solidaridad y se da una especie de comunismo primitivo, Morín coincide, en este punto, con las propuestas del Engels y de Marx en el siglo XIX.
Por otra parte, la economía surge con las reglas de  auto organización y de las sociedades vinculadas a una práctica ecológica. La economía se convierte en un sistema de autoproducción de la organización social-ecológica; la economía aparece como cultura en el sentido amplio y profundo que encierra esta palabra. Luego, al analizar el fenómeno del lenguaje humano se encuentra en un primer momento el llamado paleo lenguaje y se encuentra que no es el hombre el que ha hecho el lenguaje,  sino que, de alguna manera, el lenguaje es el que ha hecho al hombre, teniendo en cuenta que el homínido creó el lenguaje y se llega así, por este medio, al nacimiento de la cultura encontrando que ésta es un sistema de ayuda a la auto-eco-producción de la complejidad de humana. La cultura se convierte, desde un determinado momento, en uno de los factores fundamentales de la evolución humana, que a su vez incide en la biología que la ha hecho posible. Se establece de un bucle recursivo entre biología-cultura-biología.
Aquí se presenta el nudo gordiano de la hominización, en ese fenómeno propio de la especie humana que es la juvenilización cerebralizante y la cerebralización juvenilizante, en la cual se puede observar el proceso de neotenia, es decir, el proceso en el que se prolonga en los humanos la condición de neonato y que hace que el ser humano prolongue su infancia y su juventud, prácticamente, durante toda su vida. Situación que favorece el desarrollo ontogenético y filogenético de la especie, al verse cada uno de los miembros del linaje más propensos, más proclives, a la asimilación de las enseñanzas y por consiguiente más permeables a la tradición cultural, entendiéndose por tal, la entrega de las prácticas y formas de ser en el mundo que se transmite de un humano o de un grupo social a otro.
De esta manera, se llega así a eso que se denomina la naturaleza cultural del hombre, en la cual las condiciones biológicas del ser, la cerebralización- juvenilización hacen posible el desarrollo cultural y con ello la complejización creciente de la sociedad, la que a su vez vuelve sobre la cerebralización produciendo y re-produciendo una evolución biológica y a la vez cultural. Todo esto lleva a una verdadera  falta de realización final, en la cual cada uno de los polos, entendiendo por tales el desarrollo de la biología y de la cultura, se condicionan mutuamente, se coproducen en un bucle recursivo en el cual cada punto de llegada es un nuevo punto de partida, la hominización culmina en la definitiva, radical y creadora falta de realización del hombre. 
El Dr. Morín y la presencia de la muerte
          Morín analiza a un animal dotado de sin razón. Es aquí donde habla del sapiens–demens. Este concepto, o doble concepto, surgido de su diálogo con  Marx y Freud, es fundamental en toda la antropología moriniano y en su análisis de la condición humana. Al escudriñar lo que nos dice la sepultura, se parte del hombre de Neanderthal para quien irrumpe fenómeno de la muerte, según los vestigios con que hoy se cuenta, llevando a colegir un conjunto complejo de cambios que hacen posible dicha irrupción, que, de paso, manifiestan la presencia de la temporalidad en la conciencia de este homínido.
Aparece el mito y la magia, irrumpe lo imaginario como una nueva forma de captar la realidad, en la cual los dos polos, el subjetivo y el objetivo se entremezclan, se entretejen y forman, conforman y reforman la visión del mundo de este primate. Se presenta, mediante este fenómeno, una verdadera brecha antropológica, en la que el nuevo homínido percibe la muerte como una catástrofe, solo superable a través del mito y la magia. El hombre se rehúsa a morir y busca evadir su destino, esto se hace patente mediante la expresión y manipulación del mundo imaginario.
En este cruce de caminos acontece el progreso de la individualidad, una toma de conciencia de sí, manifiesta en lo que dice en la pintura del hombre primitivo, ya que en ella se presenta el segundo nacimiento del hombre, es decir, del homo sapiens. En el cual toda cosa tiene su doble, mediante la imagen o el símbolo que hacen presente a la conciencia del hombre las cosas del mundo así su realidad tangible no esté presente. Aparece, gracias al ser humano y por el ser humano, el mundo de la noosfera que tendrá su propia realidad pero que será, a la vez, dependiente y subyugante de los seres humanos productores y productos de éste y que hará, tanto edificar, como destruir al hombre.
Con esta aparición simultáneamente, concurrentemente y contradictoriamente aparecerá el error, ya que la carga instintiva, la respuesta mecánica, se reducirá, y en la relación cerebro-medio ambiente, habrá más incertidumbre y aleatoriedad que demandará del cerebro mayores cualidades heurísticas y estocásticas que le servirán al hombre para enfrentar los nuevos desafíos. La emergencia del sapiens implica la emergencia cada día de mayor cantidad de error. En el ser humano aparece como parte constitutiva de su naturaleza la ubris, la desmesura. El hombre es desmesurado, úbrico, y oscila entre la alegría extrema y la tristeza, igualmente extrema, entre el éxtasis de felicidad y el terror, la angustia, la incertidumbre total. Muestra esto que el hombre hace su aparición bajo el signo del desorden.
Todo lo anterior lleva a pensar que el hombre no es sólo sapiens, razón sino que en él hay desmesura, demencia, locura, es demens, no como un elemento accidental sino como un elemento esencial, constitutivo de su naturaleza, de su condición. Pero, lo que en él podría parecer una desventaja, es lo que lo ha hecho posible y ha posibilitado, entre otras cosas, su expansión demográfica por todo el planeta, el rápido desarrollo tecnológico, técnico, la posibilidad del pensamiento empírico- lógico y la formación de una sociedad compleja que va a llevar al desarrollo de las ciudades y Estados actuales. 
El Cerebro según Edgar Morín
El desorden es entendido por Morín como una situación donde el azar prevalece en lugar de una rigidez estricta, predeterminada. Este desorden, en términos de la teoría de la comunicación, se presenta como ruido y el error es una reproducción modificada, inexacta de una información recibida. A partir de esta aproximación, se encuentra que todo sistema vivo, que está sometido al desorden, al ruido, a la vez se encuentra amenazado y se alimenta del azar y es producido por él. La condición humana se manifiesta, desde su origen, en todo como compleja. Une, articula, teje en conjunto hilos diversos, antagónicos, complementarios, concurrentes, lo que le permite al ser humano poseer potencialidades radicadas en su mismo origen, que a la vez son organizadas, coherentes, previsibles, así como desorganizadas, azarosas, evenenciales, en una palabra, le permite el ajuste y el desajuste propio de la condición humana. Pero todo esto converge y está radicado en el sistema nervioso central, más específicamente en el cerebro de 1.500 cm cúbicos y de 10.000 millones de neuronas que realizan 10 a la 14 sinapsis.
El cerebro es un órgano fruto de y capaz de manejar cierto grado de desorden, de caos, de azar, de aleatoriedad, lo que lo conduce a poseer unas determinadas aptitudes y a hacer, simultáneamente, añicos los instintos. El cerebro del sapiens funciona partiendo de datos fragmentarios, vagos e inciertos y los maneja flexiblemente, en muchos sentidos, con poco rigor, el cerebro humano trabaja en, con y para el ruido, es decir, se adapta al ruido y adapta su propia estructura al ruido hasta situarlo a un nivel superior, hipercomplejo, signo del order from noise  planteado por von Foerster, quien encuentra y concibe cómo a través y mediante el ruido se produce un nuevo orden.
La complejidad cerebral produce una verdadera hipercomplejidad, que con su poca rigidez, produce la loca y el hada de la casa, como se le ha llamado a la imaginación y que junto con el sueño, que desde ningún punto de vista es una actividad residual, producen un despertar heurístico, estocástico sin límite, fantástico, libre, una verdadera tormenta de creatividad que lleva a innovar e impulsa la evolución humana. En este fenómeno se presenta, se hace manifiesta la brecha y la apertura en donde el cerebro, por un lado, es mítico, crea y cree en la magia, racionaliza; y de otro lado, duda de esas mismas creaciones, de esos mitos, de esa racionalidad de las teorías que él mismo produce, es decir, el cerebro humano puede, por un lado, descubrir lo indecible y por otro, poner en vilo la verdad que ya tenía por cierta, lo que lo convierte en un verdadero errante que va siempre a la búsqueda de la verdad.
Pero al adentrarse más en el estudio del cerebro, en su sustrato biológico, es necesario examinar su anatomo-fisiología y allí se acude a la teoría del cerebro biúnico, triúnico y polifónico que parte del biólogo norteamericano Paul  Mc Clean, quien establece la triunidad del cerebro partiendo del paleocéfalo sede del instinto de procreación, depredación, territorialidad, el mesocéfalo campo de los afectos e instintos maternales y el neo céfalo sede de las operaciones lógicas, de la previsión del futuro.  Este cerebro es a la vez biúnico, ya que en él está el hemisferio derecho de la creación, de la imaginación y el hemisferio izquierdo de la lógica, de la razón. Pero el cerebro es también poli funcional y su misterio está en el uno en tres y no en el tres en uno. A partir de este análisis puede entenderse la demencia del sapiens, debido a la ambigüedad tanto de lo que pasa en su interior como en el exterior que percibe; así como debido al retroceso de la rigidez de su programa genético, al igual que a la inestabilidad de su sistema triúnico y por último a la debilidad de la conciencia del ser humano. Morín coincide con Lacan al afirmar que la esencia del hombre, no solamente no puede ser comprendida al margen de la locura, sino que dejaría de ser tal si no llevara en sí misma la locura como límite de su libertad.
Mediante todo lo anterior se produce la integración del ser humano, una integración de lo biológico y lo cultural, en la cual lo más biológico se convierte en lo más cultural y, se podría predicar en sentido contrario, lo más cultural se convierte en lo más biológico, lo que lleva a una integración federativa de lo biológico, lo cultural y lo espiritual, que a su vez son complementarios, concurrentes y antagónicos. El hombre es a la vez un sistema único bio-psico-socio-cultural, es, como lo ha afirmado en más de una ocasión, cien por ciento biológico y a la vez cien por ciento cultural. 
Naturaleza humana
El hombre genérico, que estudia Morín, coincide con el concepto original de Marx, expuesto en los Manuscritos Económico Filosóficos de 1844. Ya en un texto anterior Morín había afirmado: el marxismo es una antropología restringida que es preciso generalizar. Este concepto de hombre genérico coincide, por otro lado, con el concepto de naturaleza humana.
 Analiza el fenómeno de la conciencia, más específicamente la hipercomplejidad de la conciencia humana, la cual ubica Morín en la brecha que surge entre el sujeto y el objeto y entre la verdad y el error. La conciencia surge en la intersección del tejido conjunto, la urdimbre entre lo subjetivo y lo objetivo, la cordura y la locura. Como expresión de esta conciencia aparece la razón, el rito y la magia, que a su vez se presentan como la base para la expansión de la hipercomplejidad humana. Esta conciencia produce ansiedad frente al fenómeno ineludible de la muerte y la consecuente pérdida de identidad, de individualidad, del yo, lo que trae como consecuencia un animal permanente en crisis, crisis entendida como un acrecentamiento del desorden y de la incertidumbre en el seno de un sistema. Esta crisis, a su vez, puede servir en el ser humano, tanto para la regresión disolutiva, como para la afirmación de su condición, o para la superación humanizante, allí radica la fuente fundamental de los fracasos y de los triunfos; de los avances como los retrocesos así como la causa fundamental de su estado permanente de neurosis.
Esa neurosis constitutiva del ser humano tiende a ser exorcizada mediante la magia, el rito, el mito y aún la misma razón. Esta actividad produce los seres neológicos, que siendo fruto de la actividad subjetiva no dejan de reclamar su objetividad, su autonomía. Esos seres neológicos hablan, combaten, luchan, guerrean a través de los seres humanos y en sus confrontaciones sacrifican las vidas humanas. La complejidad de la conciencia humana es tal que su locura, su ubris, su desorden y su neurosis está arraigada en lo más profundo de su existencia, en su pasado, en su presente y, por lo que se puede ver, de él depende su futuro.
La naturaleza humana plantea la necesidad de unir en la idea de ser genérico al hombre razonable (sapiens) con el hombre loco (demens), el hombre productor, el hombre técnico, el hombre constructor, el hombre ansioso, el hombre egoísta, el hombre en éxtasis, el hombre que canta y baila, el hombre inestable, el hombre subjetivo, el hombre imaginario, el hombre mitológico, el hombre en crisis, el hombre neurótico, el hombre erótico, el hombre úbrico, el hombre destructor, el hombre consiente, el hombre inconsciente, el hombre mágico, el hombre racional, en un rostro de múltiples caras en el que homínido se transforma definitivamente en hombre. Esta idea lleva a compartir a Morín, de un lado, uno de los pensamientos de Pascal en donde se plantea la paradoja que es el hombre y por otro lado, como ya quedó dicho, la noción de hombre genérico de Marx, de ese Pascal ateo. 

La prehistoria
La arqueo sociedad se distingue de la paleo sociedad, la cual es la sociedad formada previamente a la aparición del sapiens, es decir, la sociedad del primate. La arqueo sociedad es la prehistoria del hombre en la cual se produjo, debido a la complejidad cerebral, un aumento de la complejidad, a nivel micro social, en el individuo y en la familia, y de la complejidad, a nivel macro social, debido al intercambio de mujeres, así como a las alianzas con otros grupos humanos, causa y producto de la mayor complejidad en la comunicación, lo que, también produce, una diferenciación identitaria de los distintos grupos humanos y la nucleación de éstos en torno al mito y a la magia.
Hay en este proceso una ramificación y apertura de la sociedad, se produce un acrecentamiento del sentido de la individualidad ayudando a la conformación de la familia con la aparición de la idea de padre, a la vez complejificando el grupo humano con la idea de la familia en el seno de la cual se presentará el proceso de auto reproducción de los individuos y de paso de auto perpetuación de la sociedad, ya que la familia es un sistema a la vez abierto y cerrado al resto del sistema social, lo que llevará a través de la exogamia, a preservar la unidad de la especie y a favorecer la diferenciación étnica y el desarrollo de las singularidades individuales.
En esta arqueo sociedad se da una con confluencia, una intersección, de lo biológico, lo mítico, en y con lo social que se manifiesta como causa y a la vez fruto en el individuo y que complejifica la sociedad a nivel micro y macro social. En la cultura del sapiens, aparece nueva forma de ser del mundo del pensamiento, de la noosfera, en la cual, unido el mundo del mito, de la magia y de la sociedad se desarrollan las reglas de organización.  Los conocimientos técnicos y el lenguaje, que se hace cada día más y más complejo, produce una integración sociocultural, cohesionada por la sacralización de las normas de organización conduciendo a la vez a una “identidad sociocultural” dentro de un “código cultural” desarrollado por la misma sociedad y proporcionado, mediante la herencia cultural, que garantiza la reproducción del grupo social.
El sistema cultural garantiza la auto perpetuación, la autoproducción y la auto reproducción de la alta complejidad de la organización social y en el desarrollo histórico se asistirá al proceso en el que las arqueo sociedades, con sus acciones y sus logros, eliminan las sociedades homínidas precedentes y éstas, a su vez, serán eliminadas por las sociedades históricas. 

La historia
El tercer nacimiento del hombre se produce en la sociedad histórica, allí aparece el Leviatán, el Estado. Ya en la arqueo sociedad se encontraba in nuce la semilla de su propia superación organizativa. Gracias a la apertura del grupo, la exogamia, la alianza y el intercambio, se produce un tercer nacimiento en donde aparece la explotación del hombre por el hombre, esto se realiza en el marco de la ciudad, que se desarrolla, en un comienzo, en la rivera de los grandes ríos, como en la Mesopotamia, entre el Tigris y el Éufrates, el Nilo, el  Indo. La ciudad complejifica más la relación social y se convierte en el ecosistema donde se nutre y se hace más complejo el cerebro humano, se presenta la sociedad jerarquizada y emerge la conciencia del yo, epicentro de la hipercomplejidad cerebral, en donde el sujeto se percata de la relación con las cosas y consigo mismo. A la vez, aumenta la incertidumbre, tanto para el pensamiento como para la acción y emerge la historia, el Estado con sus intereses de clase o de casta dominante, que en su desarrollo puede llegar a ser supeditado a la megalomanía de un yo que se considera absoluto.
Aparece la guerra en la cual, como en todo lo humano, se da un doble juego en la historia, por un lado, es una expresión de la ubris, de la desmesura y de la locura humana, allí no hay controles, hay violación de todos los códigos establecidos, hay destrucción. Los grandes logros alcanzados por los seres humanos son tirados por tierra, pero, simultáneamente, la cultura que desaparece, que es destruida, deja su polen que se convierte en semillas que florecen y se integran en la nueva cultura dominante que pasa a conformar otra civilización.
En la guerra hay una dialéctica permanente entre el desorden, la destrucción, la baja complejidad y la hipercomplejidad. Y ese fenómeno, como se podrá observar, no ha quedado en el pasado, ese fenómeno, en últimas, es el desafío de la sociedad de hoy. Y aquí Morín echa una mirada desde el pasado al futuro y explora la posibilidad de escribir otra historia, en la cual sea posible otra forma de ser, en la que la jerarquización, surgida con la sociedad histórica, con el Estado, sea superada por una sociedad en donde una revolución profunda se impone y sobrepasa con mucho todo lo que hasta el momento se entiende por tal, pues se trata a un mismo tiempo de cambiar la vida, y transformar el mundo, de revolucionar el individuo y unir la humanidad, y hacer realidad un meta-micro-mega sociedad que se articule desde la relación interpersonal hasta el orden mundial. 
El final y el comienzo
Termina el rescate del Paradigma Perdido analizando  el hombre peninsular y aquí retoma en el exordio mismo un texto de Marx de La ideología alemana en donde se afirma que el comportamiento limitado de los hombres frente a la naturaleza condiciona su comportamiento limitado entre ellos.
Morín percibe cómo muere una visión insular del hombre, la visión provinciana, la visión antropologista, así como la visión biologicista y ahora debe surgir, debe nacer, una nueva antropología que sea capaz de concebir al hombre, a la condición humana insertada en la naturaleza superando la alternativa naturaleza-cultura.  Una visión que perciba la totalidad antropológica en la cual el sistema genético, el cerebro, el ecosistema, la cultura, la sociedad, produce, teje una urdimbre manifiesta en la condición humana. La naturaleza humana no está dada por una de las variables sino está tejida en conjunto; en la interrelación, la interferencia de ese fenómeno poli céntrico. La nueva visión de la naturaleza humana, que emerge, concibe al hombre como sistema abierto auto-eco-organizado, auto-eco-organizante, complejo, e hipercomplejo.
Dentro de esta nueva visión surge la necesidad de ver al ser humano como un sujeto histórico, como un ser psico-socio-cultural en el que la naturaleza humana no se opone a la historia del hombre ni al contrario, que la historia del hombre no se opone a la naturaleza humana. De ahí que es necesario elaborar una teoría que capte la hipercomplejidad humana y su historia, que conciba racionalmente la irracionalidad del hombre.
Y en este sentido, piensa Morín, que es necesario volver a la intuición fundamental de Marx del ser genérico El paradigma perdido  Y haciendo hermenéutica éste, sostiene que las limitaciones de la ciencia de la época, debido a que no se poseía el concepto de información sino el de energía, llevan a Marx a hablar de fuerzas y a considerar como superestructura lo que era de naturaleza cerebral o cultural.
Cabe resaltar, la necesidad de una “sociología fundamental” o una antropo-sociología, así como del estudio de la noología y la creación, en términos generales, de una ciencia nueva, que integre la ciencia de la ciencia en el seno de la misma ciencia y que desarrolle una política del hombre basada en una concepción del hombre.
El Paradigma Perdido se considera un ensayo y a la vez  una introducción a ese intento de cambiar de paradigma, de visión, de modelo; de ese paradigma que divide, secciona y desintegra a un paradigma que articula, que ve lo cambiante y lo permanente: que diferencia y cohesiona; que separa y une. Paradigma que durante toda su vida Morín ha tratado de fundar mirando de otra manera lo que los demás miran de una forma convencional.
En el “paradigma perdido” se tiene una exploración desde debajo de la condición humana, es decir, una exploración, que partiendo de lo epistemológico, se va internando en la nueva visión que descubre cómo paso a paso se produjo el proceso que llevó a los seres humanos a ser humanos. Es una exploración que atraviesa los linderos que tradicionalmente habían establecido para separar lo físico, lo biológico, pasando por la etología, la ecología, la prehistoria, la historia y llega a la cultura; es una aventura que une, re-une, liga, re-liga biología y cultura.  Pero ahora falta otro paso y es el que conduce a tratar de responder ¿Cuál es la naturaleza de la naturaleza humana? Lo que también se podría expresar con el interrogante ¿Cual es la humanidad de la humanidad? 
El individuo
 Dentro de este proceso en torbellino es necesario resaltar la identidad individual, ya que en el ser humano hay una verdadera paradoja, que es a la vez individuo, particular, único y al mismo tiempo es parte del todo y contiene el todo, es un microcosmos que contiene el cosmos, volviendo a una idea que parte de Demócrito. En este sentido, el individuo es irreductible y es el resultado de todo un proceso en el cual es un punto de llegada y simultáneamente es un punto de salida, es un verdadero nudo gordiano.
Esta identidad individual conduce a Morín a lo vivo del sujeto, en donde se hace evidente cómo, entre los seres humanos, todo se puede compartir menos la idea, el sentimiento, el sentido del yo; pero a la vez, es necesario, para construir este sentido, la relación con el otro, que aparece inscrita en la relación del sujeto consigo mismo. Lo que quiere decir, que la relación subjetiva es inherente a la relación intersubjetiva, la relación con el otro es radical, es decir, a ésta en la raíz misma del sujeto.
Otra de las características fundamentales del individuo, del sujeto, es el sujetamiento, que se expresa en la capacidad del sujeto de hacerse objetivo, de objetivar todo, aun a sí mismo. Desde esta perspectiva, la relación entre el sujeto y el objeto, frente a la conciencia de la muerte, se presenta como la unión de la subjetivación y la objetivación absoluta. Lo anterior lleva a la identidad polimorfa que está manifiesta en la paradoja de lo masculino- femenino y de cada sujeto humano, ya que en cada sujeto humano se tiene tanto lo masculino como femenino, este fenómeno está inscrito en la composición genética, anatómica, fisiológica, psicológica, y cultural de ser humano.
En el análisis del individuo es necesario entender que existen diversas paradojas. Desde la perspectiva del philum, cada individuo humano sintetiza y hace presente a los demás seres humanos y a sus ancestros; desde la óptica del cuerpo humano, durante el transcurso de la vida de cada ser humano cambia, literalmente, en diversas ocasiones de equipo biológico; desde la perspectiva de las características psicológicas, cada edad tiene sus verdades, sus experiencias y sus secretos, de ahí que cada edad tiene su forma de expresar su personalidad, esto expresa, de otra manera, la diversidad en la unidad, la pluriidentidad en la identidad humana. De igual forma, cada persona humana tiene multiplicidades y duplicidades internas en las cuales en un mismo sujeto puede haber varios sujetos, varias personalidades, situación evidente en la psicopatología denominada trastorno de las múltiples personalidades.
La persona humana, es un ser que se manifiesta desarrollando roles de vida, vida de teatro, imitando a los otros mediante la proyección y la identificación, es decir, realizando mímesis que lo lleva a la histeria, que es el nombre ordinario de la simulación. Cada ser humano tiene un cosmos secreto en el cual se hace presente todo el cosmos, el yo es un principio unificador de esa pluralidad y multidimensionalidad que se presenta en la condición humana pero, a pesar de esto y gracias a esto, es un sujeto único e individual. 
La mente
 La mente y la conciencia es necesario evidenciar los poderes y la debilidad de la mente, y reconocer que el error es un fenómeno humano, pero a la vez, el cerebro humano es un sistema cerrado que permite al sujeto humano a abrirse al mundo, al cosmos. Todo conocimiento es una traducción, una interpretación, una reconstrucción y en el conocimiento no hay mecanismo posible para distinguir la verdad y el error, de ahí que la racionalidad se presenta como esa capacidad para criticar, verificar, controlar la objetividad y la distancia entre el sujeto humano y el mundo.
Al comparar el cerebro y el ordenador, se encuentra que del ordenador no se origina ninguna mente y el ordenador está limitado a la computación, la mente humana además de esto permite la cogitación, el pensamiento. Los ordenadores trabajan con un proceso  digital que separa lo que está unido y analógico que une lo que está separado. En el caso de la mente humana el pensamiento es uno y plural, ya que al desarrollarse progresivamente resuelve muchos problemas pero simultáneamente problematiza las soluciones encontradas y se plantea a sí mismo como problema.
El problema de la sociedad contemporánea es la súper especialización, que hace imposible el pensamiento integrador, complejo, que articula, que reúne, que junta, lo que estaba, para el pensamiento especializado, separado, disjunto. El pensamiento humano es un pensamiento doble, paradójico; por un lado, desarrolla el logos y por otro el mito. Hay siempre en el pensamiento humano una unión dialógica en la que se manifiesta la oposición de las dos formas de pensamiento, pero aquí hay una relación compleja, es decir, las dos formas de pensamiento son concurrentes y antagónicas cada una con su propia lógica y con su propia verdad. Coincide Morín con Marx quien afirmaba en 1843 que: la razón ha existido siempre, pero no siempre de forma racional, lo que lleva a concluir, que siempre, en la mente humana, habrá racionalidad, mitología y religión.
El cerebro ha producido la mente creadora que ha sido capaz de crear los medios para actuar sobre el cerebro y a su vez ha creado los medios para actuar sobre los propios genes. Pero también de ese cerebro ha emergido el alma, esa que no tiene fronteras ni fondo, que sufre dolor moral, que vive el éxtasis, la felicidad, la alegría infinita. Esa que la ciencia oficial ha exorcizado y ha sacado de su mundo. Por último, en este estudio, es necesario hacer presentes los poderes y la debilidad de la conciencia. La conciencia posee siempre dos dimensiones: es conciencia de lo externo y conciencia de sí; ella manifiesta la necesidad del sujeto de objetivarse y la necesidad del sujeto de subjetividad lo externo. La conciencia vive entre la verdad y el error, ella emerge de las interdependencias que se producen en su historia. Nacida en la historia, viviendo su historia, sometida a la historia, un golpe de viento histórico e histérico puede apagarla.  
Unidad Múltiple
El ser humano es un ser complejo, pero para tratar de comprender el complejo humano y su locura, la paradoja humana del sapiens demens, se repiensa aquello de Santayana de que: "no es de sabios ser únicamente sabios". Así como lo de Pascal, quien afirmaba que los hombres están tan necesariamente locos que sería una locura no estar loco. En un principio, en la historia del pensamiento, se pensó sólo en la razón humana, así como en la capacidad del hombre para hacer útiles y desarrollar la técnica, para definir al hombre. Posteriormente, se pensó que el hombre era capaz de ser interesado, de buscar la utilidad y así se definió al hombre como sapiens, faber, oeconomicus. Pero estas caracterizaciones de la condición humana son insuficientes, ya que en el ser humano se presenta la locura, el delirio, la hybris, con tanta fuerza como con las otras capacidades. Es conocido, no hace falta sino mirar la historia para ver, cómo la racionalidad puede estar al servicio de las pasiones más oscuras. Demasiada racionalidad convierte al hombre en loco. La locura, como ya se afirmó a partir de Freud, es un problema central en el hombre y no uno periférico, adjetivo, producto de una enfermedad.
El ser humano mediante su complejidad hace posible “la soportable realidad” y esta es tal, debido a que es enigmática, críptica, cruel, impasible para el ser humano. Éste está en la tierra, tendido entre dos infinitos, según apreciación de Pascal, desconociendo su futuro pero sabiendo con certeza de su muerte y sin poderse sustraer del azar que se presenta cada vez más inhumano en la medida en que hay más conciencia, por ello establece una especie de compromiso neurótico entre la mente y lo real, en el cual la mente crea los ritos, la magia tratando de exorcizar todo aquello que lo horroriza que le produce miedo, que encuentra brutal. Frete a este sentido, Marx tenía mucha razón, la religión es un consuelo interesado del hombre.
Se ratifica, a esta altura, la intuición desarrollada por Freud que concibe que si lo neurótico es patológico, entonces lo patológico es normal. De ahí, que es necesaria la cooperación en la cual los dos opuestos del pensamiento, el mito, la magia, la religión, es decir, el pensamiento analógico-simbólico-mitológico-mágico, se unen dialógicamente al pensamiento racional-lógico-empírico-técnico, los que permiten, hacen posible, que el ser humano haga soportable la realidad. Simultáneamente, en estos diversos tipos de pensamiento se manifiestan dos formas distintas de voluntades de dominio expresadas mediante la ciencia y la magia, cada uno por su lado y de forma distinta, busca actuar e imponer su propia voluntad a la realidad. Todo esto lleva a un pacto superrealista en el cual la estética juega un papel fundamental, produciendo una interrelación entre el pensamiento mítico y el pensamiento racional que supera a los dos y llega a un superrealismo. Es imposible escapar a esa vía lógica, compleja del sapiens-demens que urden la existencia humana y que son como una flecha lanzada al futuro en la búsqueda de lo que se podría llamar progreso humano.



Bibliografía

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